martes, 13 de julio de 2010

Proyecto narrativo: Encontrando el camino.

Texto etnográfico: Recorrido en 168

A las 15 horas de un día domingo me fui a la terminal de colectivos de la línea 168 en el bajo de San Isidro. Literalmente me metí en la terminal y me acerqué a un chofer que ajustaba los últimos detalles para salir, le pregunté si me podía subir y me dijo que ahí no que lo espere en la parada que está en la cuadra de enfrente a la salida de la terminal. Lo espero unos minutos y salió uno en el cual no estaba el chofer que no era el que me había indicado el lugar de espera ¿sería un fantasma pensé? Por ser día domingo el colectivo estaba vacío, era como si fuese un viaje solo para mí. De a poco se subía gente, pero de una persona y cada largos tramos del trayecto. El viaje transcurre por la bella avenida del libertador, entre tipas y restaurants pasando los barrios de Acassuso, Martínez, La Lucila, Olivos y Vicente López. Allí subía gente de clase media alta. Ingresamos en capital y aumenta el movimiento: más autos, más colectivos, más gente paseando y deambulando por ahí. Dentro del transporte en el cual me encontraba comenzó a llenarse. Claramente era distinto el movimiento a un día semanal, uno se daba cuenta también por la fauna en el colectivo, todas las personas estaban vestidas informalmente no había oficinistas, ni estudiantes, ni obreros, solo pasajeros yendo quizás a visitar algún familiar o a casa de amigos para compartir ese soleado día dominical. Algunos subían con facturas y tortas para la merienda, debo reconocer que me dieron unas enormes ganas de comer cuando vi a una chica que subía con medialunas y me dije "uh que bueno medialunas y un buen mate ahora". Pero era complicado estaba viajando y no iba a bajar en ninguna panadería porque la etnografía quedaría a medias. En capital la gente que entró ya era de distintas algunos de clase media o media alta por la zona de Belgrano y Colegiales, otros clase media-baja ya por el abasto o Constitución. Dicho sea de paso el shopping del abasto estaba abarrotado de gente, imagino, como todos los fines de semana. Las plazas y los parques también estaban muy concurridos muchas famlias con chicos correteando con una pelota o jugando con su papá en las hamacas. El parque Lezama con una feria inmensa en la que se vende de todo al parecer desde mi lugar. Llegamos a La Boca, y yo sin la más remota idea en donde terminaría el recorrido. Hasta que en un instante el chofer me pega un grito “eh flaco acá termino eh!!!”, eso no me gustó fue como un bajate ya!!!, en realidad el tono con que lo dijo, imperativo. En fin baje en una calle cualquiera del barrio sin saber en dónde estaba, ósea sin conocer ni ubicarme en la zona. El problema era como volvería, di un par de vueltas por calles desoladas, donde solo vi dos chicos tomando mate en la puerta de una casa, y vi una parada. Me acerqué y efectivamente era la del 168. El retorno fue más aburrido, quizás, también mi atención ya se había perdido y quería llegar a casa. Fue una linda experiencia el detenerse en lo que ocurre en un lugar al que uno está habituado pero no repara en todo lo que ocurre en él. La diversidad de personas de distintas clases sociales; y a su vez cada una con sus características particulares (vestimenta,accesorios para escuchar música y demás); con la que uno se encuentra es fascinante. Pero en ese ámbito heterogéneo que es el transporte público todo se homogeniza al ser todos simplemente pasajeros.

sábado, 22 de mayo de 2010

Texto de inclusión (palabras graves)

El nuevo otoño llega. Las veredas se cubren de hojas de todos colores, amarillas, verdes, rojizas. Las jornadas comienzan a acortarse. Amanece más tarde y oscurece más temprano. Las temperaturas comienzan su descenso poco a poco. El cielo se nubla. Llegan las lluvias, el viento y el granizo. Las tejas de los techos se rompen. Cristóbal escribe en su cuaderno sentado en un banco de la plaza amazonas. Pensativo mira el cielo y empuña el lápiz. Un poema sale, una ginebra lo acompaña. Ya era tarde para ir a buscarla, Eva había partido a cataratas. Un cigarrillo tras otro y su recuerdo en la cabeza. La noche eterna, el dolor por la partida cada vez más fuerte. Borracho, tirado y sin nada que hacer para retenerla. Despertó a la mañana siguiente con el ruido de los chicos que jugaban en el parque, y pensó en un viaje. Un colectivo hacia el sur, era la salida. Buscaba un lugar que le dé un respiro ante tanta angustia. Varios pueblos y varias ciudades lo cobijaron, y finalmente llegó a Trevelin un pintoresco pueblo situado en la provincia Chubut. Nunca más supieron de él en su barrio, fue imposible ubicarlo para su familia y amigos. Cristóbal se dedicó al cultivo de frambuesas y frutos del bosque. Nunca pudo olvidar a Eva.

domingo, 16 de mayo de 2010

Visita al MALBA (Museo de arte Latinoamericano de Buenos Aires). Exposición temporaria: “Caminos de la vanguardia cubana”. (reescritura)

Salí de la facultad, me tenía que encontrar con Diego que estaba trabajando. Me dijo que terminaba en diez minutos y venía. Entonces me fui un rato al parque centenario y me quedé mirando el agua y los grupos de patos que daban vueltas en busca de algún pedazo de pan que alguien les tire. Era un día espectacular, de los que no se pueden ubicar en ninguna estación más allá de que estemos en otoño. No hacía tanto calor para asociarlo al verano, tampoco era de esos días destemplados ventosos típicamente otoñales. Había un sol brillante que calentaba lo suficiente y ni una nube. No sé si era ideal para meterse en un museo, pero la cita era allí. Luego Diego me avisó que estaba en camino y fui a esperarlo a una esquina. Llegó a los pocos minutos, y tomamos Scalabrini Ortiz derecho sin tener en cuenta que cambia de mano en Santa Fe, dudamos por un instante del camino pero seguimos por Salguero y llegamos a Figueroa Alcorta.
Arribamos al Museo de arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Yo ya había ido con el colegio, mi compañero no lo conocía y quedó impactado con el edificio. Es cierto, éste tiene su impronta porque fue construido específicamente para albergar a un museo, sin meterme en cuestiones técnicas de arquitectura, sin duda esta construcción se distingue. Los miércoles con libreta universitaria la entrada es gratuita, buen detalle por si a alguien le interesa ir. Nos hicieron dejar las mochilas en un guarda ropa. Lamentablemente no pudimos ingresar a las salas con la cámara por lo que llevamos únicamente nuestros anotadores. Subimos al primer piso en donde están las exhibiciones permanentes, y me vinieron algunos recuerdos a la mente de mi anterior paso por el museo. El ambiente era muy ameno para la observación y el deleite del espectador, un silencio casi relajante en todo el espacio, poca gente deambulaba por las salas tranquilamente sin la velocidad de la ciudad. Parece que apenas uno cruzara la puerta de entrada al museo se transformase dejando atrás el vértigo cotidiano para dar paso a la apertura de los sentidos y a una sensación de bienestar y goce muy poco habitual. Notamos que había muchos extranjeros disfrutando del arte latino, lógicamente los museos son siempre un punto de atracción turística. Allí se exponen obras divididas por periodos (1930-40, 1950-60, 1970-80, etc.) de artistas de varios países de Latinoamérica. Nos sorprendió la cantidad de pinturas de artistas brasileños, eran la mayoría, su creatividad es impresionante. Había una curiosa performance en la que Marta Minujín paga la deuda externa argentina a Andy Warhol con choclos, el oro latinoamericano. Lo que más me gustó fueron las obras del genial Antonio Berni de gran contenido social y con una nitidez y detallismo envidiables.
Nos dirigimos al segundo piso, en donde se encuentra la exposición que fuimos a ver, titulada “Caminos de la vanguardia cubana”. El nombre me sugería innovación, novedad y progreso en el arte de esta isla maravillosa. Ésta recorre el movimiento cubano de vanguardia situado desde 1920 hasta mediados y fines de los ’40. Una introducción escrita en una de las paredes nos da una primera idea de la muestra: “El universo ideo-conceptual de Cuba se estructuró en tres principios básicos: el nacionalismo, el universalismo y el sentido de responsabilidad social asumido por los miembros. “La exposición intenta hacer un recorrido por el espíritu de una época en a la que todos los empeños se unieron para darle fundamento y esencia al a nación cubana. De ahí la selección de aquellos temas susceptibles de mostrar los aportes esenciales del vanguardismo cubano, así como de los artistas y obras capaces de expresarlos.” El salón está compuesto por paredes de durlock movibles; ideales para muestras temporarias; de distintos colores (blanco, amarillo, naranja,). El techo es muy alto. Hay luces dicroicas que iluminan cada cuadro, son claras y tenues. Como en el primer piso el silencio era protagonista, aquí había menos gente recorriendo la sala por lo que la armonía era mayor aún. La primera parte de la muestra se centra en la mujer, mostrándola en distintas situaciones de la vida cotidiana (en sus casas, en un parque, en reuniones, etc.). Algunos de los pintores son Amelia Peláez, René Portocarrero, Víctor Manuel García y Jorge Arche. También hay desnudos representando a la mujer fuera del ámbito doméstico y exaltando su erotismo, de artistas como Massaguer, Joaquín Blez y Carlos Enríquez. Son cuadros transgresores que se corresponden con el espíritu de transformación introducido por los vanguardistas. Obras que no pasaron por alto en la sociedad conservadora de la época. Carlos Enríquez afirmó en un escrito “Nuestra vida nacional gira alrededor del sexo”, en clara alusión a los cambios que se daban en la sociedad. Con “La Taberna” de Arístides Fernández se ven los primeros hombres en los cuadros. Empiezan a haber pinturas de paisajes. Wifredo Lam pintó figuras y naturalezas muertas en relación con la poesía de los africanos llegados a Cuba, los ancestros de su pueblo. En la parte final de la exposición nos adentramos en la idea del nacionalismo, en donde artistas como Marcelo Pogolotti o Eduardo Abela representan la realidad de la época, (máquinas, el puerto, los trabajadores, la clase obrera, manifestaciones, el trabajo forzado, la industria) son algunos de los elementos que utilizan y que dan una idea al observador del desarrollo de la sociedad cubana de aquellos años y la visión minuciosa del ojo del artista.
En cuanto a la parte técnica, las pinturas son la mayoría sobre papel, en tela en menor medida. Los artistas utilizaron lápiz, tinta, témpera, acuarela, crayones y óleo. En fin, un poco de todo. Sorprendente la calidad de los cuadros hechos con lápiz, tinta o crayón.
Creo que “Caminos de la vanguardia cubana” refleja claramente la necesidad de expresión del pueblo cubano, deseoso de mostrar sus ideas, sus gustos, su realidad. Busca exaltar lo suyo, sus raíces. Combinando lo social, lo cotidiano y la transgresión en su arte sin importarle el conservadurismo de aquellos años a esta nueva generación de artistas. Nos muestra qué es lo cubano, su identidad y dignifica su cultura.
Regreso a casa contento de haber pasado un gran día en el museo, muy a gusto con la exposición. Regreso con el deseo de visitar esa isla bellísima y conocer más sobre su cultura y su arte, y con la seguridad de llevarme una parte suya conmigo.

jueves, 29 de abril de 2010

Visita al MALBA (Museo de arte Latinoamericano de Buenos Aires). Exposición temporaria: “Caminos de la vanguardia cubana”.

Salí de la facultad, me tenía que encontrar con Diego que estaba trabajando. Me dijo que terminaba en diez minutos y venía. Entonces me fui un rato al parque centenario y me quedé mirando el agua y los grupos de patos que daban vueltas en busca de algún pedazo de pan que alguien les tire. Era un día maravilloso, de los que no se pueden ubicar en ninguna estación más allá de que estemos en otoño. No hacía tanto calor para asociarlo al verano, tampoco era de esos días destemplados ventosos típicamente otoñales. Había un sol brillante que calentaba lo suficiente y ni una nube. No sé si era ideal para meterse en un museo, pero la cita era allí. Luego Diego me avisó que estaba en camino y fui a esperarlo a una esquina. Llegó a los pocos minutos, y agarramos Scalabrini Ortiz y le dimos derecho sin tener en cuenta que cambia de mano en Santa Fe, dudamos por un instante del camino pero seguimos por Salguero y llegamos a Figueroa Alcorta.
Arribamos al Museo de arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Yo ya había ido con el colegio, mi compañero no lo conocía y quedó impactado con el edificio. Es cierto, éste tiene su impronta porque fue construido específicamente para albergar a un museo, sin meterme en cuestiones técnicas de arquitectura, sin duda esta construcción se distingue. Los miércoles con libreta universitaria la entrada es gratuita, buen detalle por si a alguien le interesa ir. Nos hicieron dejar las mochilas en un guarda ropa. Lamentablemente no pudimos ingresar a las salas con la cámara por lo que llevamos únicamente nuestros anotadores. Subimos al primer piso en donde están las exhibiciones permanentes, y me vinieron algunos recuerdos a la mente de mi anterior paso por el museo. Allí se exponen obras divididas por periodos (1930-40, 1950-60, 1970-80, etc.) de artistas de varios países de Latinoamérica. Nos sorprendió la cantidad de pinturas de artistas brasileños, eran la mayoría, su creatividad es impresionante. Había una curiosa performance en la que Marta Minujín paga la deuda externa argentina a Andy Warhol con choclos, el oro latinoamericano. Lo que más me gustó fueron las obras del genial Antonio Berni de gran contenido social y con una nitidez y detallismo envidiables.
Nos dirigimos al segundo piso, en donde se encuentra la exposición que fuimos a ver titulada “Caminos de la vanguardia cubana”. Ésta recorre el movimiento cubano de vanguardia situado desde 1920 hasta mediados y fines de los ’40. Una introducción escrita en una de las paredes nos da una primera idea de la muestra: “El universo ideo-conceptual de Cuba se estructuró en tres principios básicos: el nacionalismo, el universalismo y el sentido de responsabilidad social asumido por los miembros. “La exposición intenta hacer un recorrido por el espíritu de una época en a la que todos los empeños se unieron para darle fundamento y esencia al a nación cubana. De ahí la selección de aquellos temas susceptibles de mostrar los aportes esenciales del vanguardismo cubano, así como de los artistas y obras capaces de expresarlos.” El salón está compuesto por paredes de durlock movibles; ideales para muestras temporarias; de distintos colores (blanco, amarillo, naranja,). El techo es muy alto. Hay luces dicroicas que iluminan cada cuadro, son claras y tenues. La primera parte de la muestra se centra en la mujer, mostrándola en distintas situaciones de la vida cotidiana (en sus casas, en un parque, en reuniones, etc.). Algunos de los pintores son Amelia Peláez, René Portocarrero, Víctor Manuel García y Jorge Arche. También hay desnudos representando a la mujer fuera del ámbito doméstico y exaltando su erotismo, de artistas como Massaguer, Joaquín Blez y Carlos Enríquez. Son cuadros transgresores que se corresponden con el espíritu de transformación introducido por los vanguardistas. Obras que no pasaron por alto en la sociedad conservadora de la época. Carlos Enríquez afirmó en un escrito “Nuestra vida nacional gira alrededor del sexo”, en clara alusión a los cambios que se daban en la sociedad. Con “La Taberna” de Arístides Fernández se ven los primeros hombres en los cuadros. Empiezan a haber pinturas de paisajes. Wifredo Lam pintó figuras y naturalezas muertas en relación con la poesía de los africanos llegados a Cuba, los ancestros de su pueblo. En la parte final de la exposición nos adentramos en la idea del nacionalismo, en donde artistas como Marcelo Pogolotti o Eduardo Abela representan la realidad de la época, (máquinas, el puerto, los trabajadores, la clase obrera, manifestaciones, el trabajo forzado, la industria) son algunos de los elementos que utilizan y que dan una idea al observador del desarrollo de la sociedad cubana de aquellos años y la visión minuciosa del ojo del artista.
Las pinturas son la mayoría sobre papel, en tela en menor medida. Los artistas utilizaron lápiz, tinta, témpera, acuarela, crayones y óleo. En fin, un poco de todo. Sorprendente la calidad de los cuadros hechos con lápiz, tinta o crayón.
Creo que “caminos de la vanguardia cubana” refleja claramente la necesidad de expresión del pueblo cubano, desosó de mostrar sus ideas, sus gustos, su realidad. Busca exaltar lo suyo, sus raíces. Nos muestra qué es lo cubano, su identidad y dignifica su cultura.
Regreso a casa con el deseo de visitar esa isla bellísima y conocer más sobre su cultura y su arte, y con la seguridad de llevarme una parte suya conmigo.

domingo, 18 de abril de 2010

¿Qué tan profundamente calientes eran las manos de José León Suárez? II

Era lunes de madrugada ella se despertó ansiosa con su respiración acelerada, es que Adela había tenido una pesadilla muy fuerte. Se tomó unas pastillas y un trago largo de whisky pero no logró conciliar el sueño nuevamente, las imágenes que vio la habían dejado perturbada, aturdida. Pero ¿qué era lo que la alteraba tanto?, recordaba a un hombre de una cara muy conocida prendido fuego. Era impactante la crudeza del sueño y también lo real del mismo. Ella solía soñar cosas fuertes pero ninguna de estas características. Luego intentó dilucidar de quién era esa cara tan familiar, hasta que pegó el grito en el cielo al darse cuenta que era su cuñado. Le parecía muy extraño todo y sintió algo dentro suyo que la impulsó a buscar explicaciones. También quería averiguar sobre un nombre que quedó retumbando en su cabeza. Salió de la cama se vistió, y se subió al auto. Iría a confirmar si su pesadilla era realidad o tan solo un horrible sueño. Aceleró desesperadamente, rápido se dirigió por la avenida hacia la casa de su hermana. Llegó y despertó a su hermana Mercedes con dos golpes fuertes a la puerta. La dueña de casa todavía dormida y con mucho temor pregunto quién era. Al ver que era Adela enseguida la hizo pasar y le pregunto que la traía por ahí a esas horas. ¿Están todos bien? preguntó. Mercedes le dijo que todo estaba bien y no había pasado nada raro. ¿Donde está Julio? replicó nerviosa sobre su cuñado. "está en un viaje de negocios" exclamó la hermana y comentó que se fue con su socio Luis. "Llamalo", "Llamalo", ¡algo malo le pasó, algo malo le pasó! ésta atónita accedió. Su marido no contestó ni al celular, ni en el hotel en el que se alojaba. Entonces esta, ya nerviosa , insistió a la recepción del hotel para que se fijen si estaba allí. Julio apareció pero no como imaginaba su mujer, fue hallado por el conserje en el baño de su suite todo quemado. Alguien lo había prendido fuego. Ante este tétrico panorama fueron al hotel con la policía, y efectivamente estaba incendiado. El olor a nafta clarificó la forma del asesinato.
Luis su socio se hospedó en el cuarto de al lado, pero él no oyó nada y dormía cuando todos arribaron. La policía chequeó cuales eran los hospedados en el hotel en ese momento. Había un hombre llamado José León Suárez. Adela, sorprendida, insistió en que lo revisarán, ¿pero porqué haría esto? solo ella lo sabía. La policía no encontró nada sospechoso pero al palpar a Suárez percibieron que sus manos estaban profundamente calientes y con un leve aroma a combustible. Fue detenido y se determinó que fue el autor del hecho por algunos restos de nafta que tenían sus ropas. José León Suárez, según investigaciones pertinentes, quería formar parte de la sociedad que tenía Julio con Luis pero ellos no aceptaron. Debido a esto, el psicótico decidió vengarse y de una forma nefasta.
Adela había tenido un sueño premonitorio, ese nombre que oyó en la pesadilla era el del asesino de su cuñado. Se los relató a ls investigadores del caso, poniendo énfasis en aquel instante en que Julio repetía quién lo había matado. De allí en más fue reclutada para ayudar a la policía a investigar crímenes. Jamás se olvidó de las manos calientes de Suárez.